El olor a las cocinas de carbón fue lo primero que me hizo sentir que estaba nuevamente en Uganda.
Kampala huele al humo del carbón por las noches.
El viaje, fue mas largo de lo esperado, ya que me ha cogido la ola de frio siberiano y el aeropuerto de Bruselas estaba congelado literalmente. El vuelo de Madrid llego con puntualidad, pero el aeropuerto de Bruselas estaba no operativo por las temperaturas y hubo que esperar un tiempo hasta el embarque, y después varias horas porque el avión, un airbus de 330 pasajeros no respondía a las maniobras de preparación del vuelo.
Esperamos eternamente en el avión hasta que sobre el medio día , llegaron los servicios aeroportuarios con un brazo articulado y descongelaron las alas del avión , porque seguíamos bajo cero.
A los treinta minutos se pudo despegar con un retraso acumulado de cuatro horas y pico.
Sobre las nueve de la noche llegamos a Kigali, la capital de Ruanda, que tiene un aeropuerto muy bonito y donde se hace fin de trayecto. Es decir, una vez que ha bajado el personal que ha llegado a destino, entran los servicios de limpiza e intendencia y cargan nuevamente el aparato que regresa a Bruselas, haciendo antes una parada en Entebbe, mi destino.
El papeleo en la aduana fue rápido, pero no me dieron un visado de entrada múltiple como yo quería, sino que tendré que pagar los cincuenta dólares de rigor cuando vueva a entrar camino de Tanzania.
Las cosas cambian rápidamente y la carretera de Kampala a Busia ha mejorado considerablemente y el trayecto se hace en menos tiempo, pero como fuimos parando cada poco a comprar en los puestos de los pueblos, llegamos casi de noche.
Fuimos al banco en Kampala, a la oficina principal del Barclays Bank, donde te atienden en diez o doce ventanillas, se hace una sola cola, bien organizada y sin número, el cambio está ahora a 2.730 shillings, aunqu el shillings me parece que vale menos y las cosas han subido, por ejemplo el gasoil que pagué al venir costo a 2.000 shillings el litro, es decir casi precio europeo, en un pais donde se siguen ganando 30/40 euros mes, los afortunados que tienen trabajo, en fin, una barbaridad de caro, y asi todo el transporte.
El Hotel Rand sigue en el mismo sitio pero con otros inquilinos, no he visto el mono que había el año pasado y tampoco trabaja el amigo Namulundu, que se ha cambiado a otro, pero sigue teniendo el mismo encanto. Esta noche me han despertado los mangos que caen de un árbol al tejado y suenan como pedradas.
A las cinco ha pasado el muacín, con sus cánticos celestiales y ha comenzado el concierto de los gallos, diciendo que era hora de levantarse, que aquí es al amanecer porque el día hay que vivirlo.
Todo bien. Besicos.
Estavamos esperando tu llegada pues agui tambien nos ha piyado el temporal llevamos una semana con mucho frio pero estamos todos bien todo esta helado besos para Yesca y feliz año hasta otro rato. ana