Si alguien desea estar en un hotel con sabor árabe puede ir al Glory.
Está en el centro de Mombasa, esquina con la Avenida Moi, la del Casablanca y los colmillos.
Los propietarios son indúes y la mayoría de los clientes son musulmanes.
Tiene un amplio recibidor con muebles swahilis y un mostrador bien alto que los camareros saltan por encima porque la puerta debe estar atascada.
A la izquierda un letrero remarcado en swahili y en inglés te advierte en grandes caracteres que la dirección no se hace responsable de los objetos depositados en las habitaciones, osea, que te andes con ojo.
Para subir a la planta primera se hace por una escalera estrecha con los escalones gastados y de medio lado porque son tan estrechos que no cabe la planta del pie. Se ve que los albaniles eran de pie pequeñno, porque si no se hubiesen dado cuenta que un modesto 40 no cabe en la huella.
Cada habitacion tiene en la puerta un impresionante cerrojo. No exagero si digo que en la G-10 el candado del cerrojo pesa medio kilo.
La G-10 es una suit( segun la dirección) porque tiene aire acondicionado y baño. El aire acondicionado es imprescindible em Mombasa en este tiempo, con calor tropical.
Un gran ventilador de los de baja velocidad encima de la cama sirve para que no te molesten los mosquitos. A la izquierda esta el baño que es muy amplio, porque tiene la ducha, sin plato, con agua caliente, y la taza del vater. El lavabo está en la habitacion, porque como comen con la mano,está a a la vera. Desde el baño puedes estar discretamente viendo la gente pasar por la calle porque tiene una mirilla árabe de ladrillo, desde donde puedes mirar sin que apenas te vean.
Este mirador y la cama es lo mas interesante. Esta es de estilo swahili, de madera de teka con unos cristales de colores en el cabezero y en los pies. En los extremos el mueble tiene como dos metros de alta, formando un cuadrado que soporta la mosquitera.
Las camas wahilis tienen la peculiaridad de que son mas anchas que largas, efectivamente esta tiene 180 del cabecero a los pies y dos metros de ancha, porque según me contó Jescar los sultanes otomanos que las importaron, dormían en el centro de la cama con una mujer a cada lado…
Esta habitación hace esquina a dos calles y si discretamente abres un poco la cortina puedes estar en la cama, viendo como discurre la gente por la calle.
Con el desayuno incluido cuesta 50 euros ( por lo del aire). No merece la pena por el precio, pero sí por el sabor que tiene.
En la segunda planta hay habitaciones sin baño, que es comunitario al final del pasillo, no recomendables para europeos, salvo estricta necesidad.
No obstante los árabes andan descalzos de arriba abajo, como si tal cosa, vamos, como en su casa.